La inflación ha sido uno de los principales temas del entorno económico este año. Normalmente, el índice más conocido es el de los precios al consumidor, ya que representa el incremento promedio de los precios a los que nos enfrentamos todos nosotros como consumidores de productos y servicios. Éste ha estado ya en niveles por arriba del 6%, los más altos desde el 2009. Sin embargo, hay otro indicador de inflación, menos difundido pero que claramente incide en el contexto para explicar el comportamiento de la inflación al consumidor: el Índice Nacional de Precios Productor (INPP) publicado por INEGI, indicador muchas veces referido equivocadamente en medios como el índice de precios “al” productor. De forma análoga al índice del consumidor, el INPP señala el cambio en precios de una canasta representativa de los productos y servicios elaborados en el país (excluyendo petróleo). No es un indicador "espejo" del índice al consumidor porque no todo lo que consumimos está elaborado en el país, ni todo lo que se elabora en el país se consume internamente (debido al flujo de importaciones y exportaciones), además de que la participación de las cadenas de distribución entre la producción y el consumo también genera diferenciales entre un índice y el otro, pero tienen relación sin lugar a dudas.
La inflación del productor ha reflejado también comportamientos muy altos este año, llegando a niveles cercanos al 10% en enero, los más altos desde el 2004, año a partir del que se tiene registro; a partir de ese punto, ha comenzado a descender hasta llegar a los niveles de 8% en mayo, como mostramos en la siguiente gráfica.
Elaborado con datos del INPP, INEGI
Dos factores que incidieron en ese pico de enero son los precios internacionales del petróleo así como la paridad cambiaria con el dólar. En ambos casos, enero presentó picos de comportamiento: por ejemplo, los precios internacionales del petróleo venían de su mínimo valor histórico reciente en enero de 2016, mientras que el tipo de cambio tuvo sus niveles más altos durante el mes de enero. Ambos indicadores han mejorado a lo largo del año, lo que ha hecho que el diferencial de estas variables respecto al mismo mes del año anterior sea menor y, por lo tanto, tengamos menor inflación, aunque sigue manteniéndose como una de las más altas en 13 años de historia. Al momento, las perspectivas son de mayor estabilidad en ambas variables, con variaciones menores a las de meses anteriores, lo que permite proyectar que esta tendencia de los últimos 4 meses continúe y, gradualmente, pueda incidir en que se reduzca ligeramente la inflación al consumidor; sin embargo, persisten riesgos en el entorno que pueden volver a hacer que cualquiera de estas 2 variables vuelva a aumentar su variabilidad con su impacto negativo en la inflación, en particular, el comportamiento del tipo de cambio una vez que se comience la renegociación del TLC.
En la semana volveremos a escribir sobre esta variable, para entender su comportamiento en los distintos sectores de actividad económica.