Desde que se crea una empresa, es importante que se creé como una “entidad propia”. Esto significa que se administre con sus propios recursos y que sus números reflejen su propia capacidad de generación de riqueza, así como sus propias necesidades conforme va creciendo. No tener esta clara separación de recursos entre la “unidad económica” y el empresario, es una de las condiciones que define al sector informal, como lo establece el INEGI.
Puede pensarse que, al arrancar un emprendimiento, esas fronteras no son necesariamente tan claras o, aunque lo sean, son relativamente “brincables” para atender requerimientos puntuales de operación de la empresa, sobre todo hasta que se logra cierta estabilidad de operación.
Pero como hemos compartido con anterioridad, “no esperes a tener una empresa grande para implementar buenas prácticas; mas bien, sigue buenas prácticas desde un inicio para llegar a tener una empresa grande”. En ese sentido, es importante mantener en registro y en ejecución la claridad de los recursos que tiene la empresa, el uso de esos recursos, tanto por su crecimiento como por su modelo de operación (tema del que hemos escrito con anterioridad), así como los recursos que genera. Este control y orden son importantes porque:
La empresa puede pasar por momentos en los que demande recursos, ya sea por su crecimiento, o por un momento de “vacas flacas”. Si se buscan financiamientos, es mejor mostrar la realidad de la empresa a través de sus estados financieros, y no la de la empresa junto con la de la necesidad de recursos de la familia (mezcla de gastos personales o familiares en los gastos de la empresa, que reflejan para los números de la empresa una estructura “obesa” de gastos, y muy poco margen de generación de utilidades, lo que acaba mostrando una estructura muy apalancada con el paso de los años).
Para aprovechar una oportunidad de mercado, es posible que se busquen financiamientos o inversionistas. De igual forma, llegar con estados financieros “distorsionados” por mostrar el uso de recursos de la empresa y de la familia, sobre todo cuando se entra en la etapa de vida en la que de la familia original se desprenden las familias de los hijos, hará muy probablemente que esos gastos crezcan más rápido que la generación de recursos de la empresa.
Si al final de una vida de trabajo, los fundadores deciden vender para capitalizar el trabajo de décadas, podrían pasar por negociaciones muy complicadas si muestran como realidad de la empresa la acumulación de años de gastos ajenos a la operación de la empresa.
Esto implica cambiar de una visión de que la empresa es una “caja chica” de generación de recursos para lo cotidiano, a una visión patrimonial, de construcción de un activo relevante del patrimonio familiar, con capacidad de generación de riqueza a futuro, con capacidad para absorber las variabilidades operativas o de mercado que invariablemente ocurrirán, y con los recursos para transformarse estratégicamente cuando el mercado lo requiera.
Los pasos para lograrlo incluyen procesos de planeación, acuerdos familiares, gestión presupuestal, y sobre todo, un compromiso por tener una visión patrimonial de largo plazo. No son necesariamente el camino más sencillo, pero sí el que crea mejores fundamentos a futuro. Contáctanos, podemos apoyarte en establecer las acciones para este camino. Escribe a contacto@atalaya.info o llama al (442)732-1011.
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